El carbono
no deja de sorprendernos. Amén de ser el pilar de una de las ramas más importantes
de la química, la orgánica, y uno de los principales elementos que conforman la
vida en la Tierra, es también responsable de los materiales más resistentes que
se conocen.
Y no, no
estamos hablando del diamante, ni siquiera del grafeno, sino de una forma alotrópica
del carbono que es hasta cuarenta veces más rígido: el carbino.

El carbino
es, como el grafeno, un alótropo del carbono, es decir, una presentación de
este elemento químico con una estructura diferente. Se trata de una cadena de
átomos de carbono concatenada alternando triples enlaces con enlaces simples, o
bien una consecución de dobles
enlaces que tiene alborotados a los químicos de todo el mundo. He aquí el
motivo: parece el
doble de rígido que los materiales más rígidos que conocemos y tan flexible como
el ADN.
Según una compleja modelación matemática, que se basa en las propiedades cuánticas básicas del enlace químico, la rigidez (característica de resistencia a la tracción) del carbino supera en dos veces las propiedades similares de los materiales más duros ya conocidos, como el grafeno y los nanotubos de carbono.
El carbino también resulta más duro que el grafeno, que se suponía que era el material más duro del mundo. Entre las propiedades del carbino destaca su flexibilidad, que se encuentra entre la de un polímero típico y el ADN de doble cadena. Cuando se lo retuerce, se puede girar libremente o ponerse rígido en la torsión dependiendo del grupo químico unido a este.
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